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“En el libro que estaba triste trato de sacar a la luz valores fundamentales para la persona”, Luis Herrero Yélamos, escritor

Luis Herrero Yélamos es un vecino del Almanzora nacido en Serón, donde aún tiene familia y amigos. Residente en Cataluña desde hace décadas ha seguido vinculado a su tierra por cariño, amistad y admiración.

Eloísa Benítez

Martes, 10 de mayo 2016, 06:50

A Serón vuelve siempre que puede y comparte experiencias con amigos y paisanos. Hace unos años publicaba su primer libro 'Viaje al sur', y en las fiestas patronales de Serón, presentaba su segunda encuadernación arropado por sus amigos; el alcalde de la localidad, Juan Antonio Lorenzo, sus pisanos, pero sobre todo rodeado de su familia. José Bermúdez tuvo el honor de hacer de maestro de ceremonias de esta puesta de largo, dedicando emotivas y entrañables palabras al autor y demostrando su admiración y amistad en el evento. También el alcalde de Serón reconocía en el escritor un baluarte y referente del municipio en tierras catalanas. En la presentación estuvieron presentes también amigos y compañeros de viaje de su "nueva tierra", que con su presencia demostraron de sobra el cariño hacia Herrero Yélamos.

- En la presentación del libro habló de dos espacios muy significativos del pueblo de Serón, afirmando incluso que si volviera a nacer le gustaría trabajar en La Estación de los cuentos, ¿Qué le han transmitido esos espacios?

-El entorno de nuestro pueblo, Serón, es mágico de por sí, en él podemos disfrutar plenamente de la naturaleza, tanto en Verano como en invierno, con las diferencias que cada una de las estaciones conlleva. Nuestra sierra de Los Filabres me transmite un sentimiento de paz y mezcla con la naturaleza que, invita a encontrarte contigo mismo. Para el buen gourmet, "La posada del Candil" nos ofrece una simbiosis donde el verde del entorno, el paisaje espectacular y la maravillosa gastronomía se mezclan de tal manera que hacen gozar a nuestros sentidos. Un baño en las cristalinas aguas del "Algibe", un paseo por el río, la panorámica del valle desde el castillo, la estampa de Serón vista desde cualquier parte, y la amabilidad de la gente sencilla. Difícilmente podemos encontrar tantos motivos para la satisfacción en algún otro lugar. La "Estación de los Cuentos" ¡Qué maravilloso acierto! Es algo que nos diferencia, algo único y especial. Parece algo sencillo, sin embargo, es uno de los activos más importantes de nuestro pueblo, porque ¿Qué hay más importante que los niños?

- En este nuevo libro también ha querido transmitir la importancia de la educación en valores, idea que su hijo reforzó durante su emotiva intervención, ¿considera que las nuevas generaciones se han relajado en la educación de sus hijos? -Considero que ha habido una cierta sobreprotección de las generaciones posteriores a los que como yo tenemos ya cierta edad. Nosotros, los mayores de cincuenta y cinco años aproximadamente, vivimos una vida bastante dura en el sentido del esfuerzo físico a edades muy tempranas, y aunque en realidad éramos muy felices, el trabajo duro nos marcó mucho físicamente. Aun así, nuestras vidas fueron más fáciles que las de nuestros padres y antepasados; pero es quizás por esos esfuerzos que tuvimos que hacer por lo que sentimos la necesidad de proteger a nuestros hijos, y la sobreprotección no es buena porque priva al niño de vivencias necesarias para su desarrollo, tanto físico como intelectual. Igualmente, el abandono de las responsabilidades, la relajación, por parte de los padres, lleva a los niños a situaciones de marginalidad que tampoco son deseables, y esa relajación también se ha producido, porque ha habido muchas familias que han considerado que con darle al niño motivos materiales para que estuviera contento, ya era suficiente, olvidándose, quizás por comodidad, de inculcarles valores fundamentales para el desarrollo de la persona. - Usted habla de su abuelo como uno de los referentes de su vida, ¿ha basado alguna parte del libro en su experiencia con su abuelo? -Sí, porque mi abuelo fue fundamental. Yo tuve la grandísima suerte de tener alguien que guiara mis primeros pasos con mayor dedicación de la que podía tener mi padre. En aquellas fechas el padre se pasaba días enteros fuera de casa, trabajando en las minas, plantando pinos, en las canteras de mármol, etc. Mi abuelo supuso para mí el refugio, el maestro que todo me lo explicaba, el que me aconsejaba y me decía lo que estaba bien o mal, y por supuesto, el que instaló en mi persona la ilusión y la fantasía. Él me explicaba infinidad de cuentos, por él me convertí en múltiples personajes, y por eso, el nombre de "La Estación de los Cuentos" despertó en mí la necesidad de crear esta pequeña historia que, seguramente no me habría inspirado si no hubiera tenido presentes las ilusiones que crecieron en mi a través de los cuentos de mi abuelo.

- ¿Qué ha supuesto este segundo libro para usted?, ¿qué ha querido trasladar en esta ocasión? - ¿En cuál de los dos libros 'Viaje al sur' o 'El libro que estaba triste' puede el lector encontrar la esencia de Luis Herrero Yélamos?, ¿cuál es más personal? -Bueno, este libro ha sido mi segunda creación en la que he tratado de abrir una ventana a esos chicos que están enganchados a la pantalla durante una gran cantidad de horas al día, personalmente me satisface si a algunos les hace reflexionar. Y también ha supuesto una gran satisfacción por poder crear una historia alrededor de algo que me inspiró, como fue "La Estación de los Cuentos" "El libro que estaba triste", ha querido transmitir ilusión y magia: Ilusión porque es necesaria para todo lo que queramos emprender en la vida, y magia para hacer despertar a esos chicos que viven una vida casi virtual, sin entender que se goza más estando despiertos a la vida real, esta es más placentera, llena más. En cuanto a cuál de los libros se puede encontrar la esencia de este humilde autor, pues yo diría que en este, sin duda. "Viaje al Sur" es una novela en la que se reflejan sentimientos por unos orígenes, quizás añoranza, más o menos desarraigo e intento por encontrar una identidad auténtica. Y aunque ambos se desarrollan en un viaje hacia el mismo lugar, (porque quiero siempre escribir para mi tierra), en "El libro que estaba triste" trato de sacar a la luz valores fundamentales para la persona, y por lo tanto, trato de trasladar al papel los que a mí me inculcaron y que en mayor o menor medida debo llevar dentro. Ambos libros tienen una buena parte de mí, el primero refleja una realidad de "trasplante y nuevo enraizamiento", añoranza, y búsqueda del origen auténtico. El segundo refleja quizás con mayor exactitud lo que soy, en él está una mayor parte de esa esencia, ya que, como decía antes, ahí radican las enseñanzas y valores que pudo transmitirme mi familia: mi querida madre, mi padre, y por supuesto, mi abuelo.

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