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Eloísa Benítez
Martes, 10 de mayo 2016, 07:22
Roberto Manzano nació en Madrid en el año 1972, pero pertenece al Almanzora desde hace muchos años, enamorado de su paisaje y de sus gentes. Instalado en Urrácal junto a su familia, ese amor por la tierra se extiende al mármol blanco de Macael, piedra con la que realiza la mayoría de sus bellas y esbeltas obras de proporciones grandiosas; como la realizada para presidir el municipio de Fines instalada en el mirador Rosa Galera en homenaje a las mujeres víctimas de la violencia de género. La perfección de esta obra no ha dejado indiferente a los ojos del público que la hemos admirado; se trata de una talla de una sola pieza, proporcionada, limpia sugerente y con un simbolismo que ya imaginó el también escultor, pintor y diseñador de esta escultura, Andrés García Ibáñez, quien en la presentación pública de la misma el pasado miércoles compartió el talento de Manzano en este tallado como brazo ejecutor «sin cuya capacidad, el modelado no habría pasado con tanta potencia al tallado». Ibáñez define esta obra de Laica con mucho de sagrado; una figura que alza el vuelo y conquista la libertad. «El diseño de una mujer en la plenitud que mira a los cielos y parece iniciar una ascensión tiene algo de imagen sagrada y puede recordar a ciertas iconografías marianas de la tradición católica, aunque no fue mi propósito vincularla simbólicamente a esa tradición, pues indudablemente representa una imagen laica del pueblo y para el pueblo», subraya Ibáñez, matizando la necesidad de ese guiño estético a la gran tradición religiosa de occidente que lo vincula con nuestra tradición artística y popular. «En el fondo, por el tema que representa y lo que denuncia, aparece un nuevo concepto de lo sagrado en el mundo contemporáneo: una ética laica que tiene en los derechos humanos su nueva verdad», argumenta. De esta misma manera entiende Manzano esta figura: «es el gesto íntimo de una mujer que se hace público con la escultura y utiliza todo su cuerpo para mostrar un sentimiento de entrega a cambio de una respuesta razonable que sacie su incomprensión». «La realización de esta obra marcará un hecho histórico que dejará patente que en el siglo XXI los humanos, a pesar de su conocimiento, capacidad de desarrollo y su modernidad, todavía no han solucionado un problema tan vergonzante como es la violencia de género». La colaboración Ibáñez Manzano ha resultado espectacular en esta ocasión porque el talento de ambos ha quedado manifiesto a ojos del mundo. No es la primera vez que comparten experiencias (han trabajado juntos ya en tres esculturas modeladas por Ibáñez como escultor; un desnudo femenino con destino a la Halcyon Gallery de Londres, el Baco que está en la alberca del patio del museo Ibáñez y la actual). En este trabajo fue Ibáñez el que presentó la propuesta al escultor para que este colaborase en el acabado final; la envergadura y dimensiones de la obra hicieron imposible que el trabajo de desbaste (que se iba a realizar de forma mecánica) se llevara a cabo y Manzano realizó el trabajo completo, que le ha llevado tres meses en tiempo real. El periodo de elaboración de esta escultura ha sido más largo, invirtiéndose mucho en la preparación del lienzo (desbastar el mármol hasta conseguir la forma que tiene la maqueta). A partir de ese momento comienza el trabajo del escultor , que es «dar forma a la piel de la escultura», indica Manzano. Es en este punto cuando el modelista disfruta plenamente de su trabajo. «No queda más remedio que disfrutar del oficio artesanal de la piedra y de sus procesos», añade Roberto Manzano. Para el resultado final de esta escultura cuyo nombre es 'Libertad' se ha necesitado un bloque de mármol de casi cinco metros y medio y treinta y una toneladas de peso al inicio; unas medidas que se salen de las habituales en la escultura en piedra , para las que Roberto Manzano ha precisado de la colaboración del artesano Juan Ballesta.
La libertad de todas las mujeres La escultura 'Libertad' ubicada en Fines es el resultado del trabajo conjunto de Roberto Manzano y Andrés García Ibáñez en una obra donde el talento se ha mezclado con el sentimiento. El brazo ejecutor de Manzano ha dado forma a la iniciativa de Ibáñez « una figura expuesta a los vientos, como si estuviera en la proa de un barco; algo así como la Victoria de Samotracia», explica Ibáñez. Manzano reconoce la implicación desde el principio con esta obra, tanto por la temática como por la vinculación con la familia de Rosa Galera), como víctima de la violencia de género a la que la escultura rinde homenaje).
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