“Ibn Tufayl”

Ibn Tufayl fue un médico, filósofo, matemático y poeta, contemporáneo de Averroes y discípulo de Avempace, que gozó de gran prestigio e influencia en la corte almohade de Granada, donde fue un personaje relevante en su actividad cultural, religiosa y política. Además fue kábit (secretario) del gobernador de Granada, visir y médico del príncipe Abu Yaqub Yusuf. Ibn al-Abbar y al-Safadi narraron que era natural de Purchena (Burshana) aunque Ibn Sa'id se muestra más preciso y lo cita junto a otros familiares como vecino de Tíjola (antigua Tayula) donde se cree que nació en los años que oscilan entre el 1105 al 1110.

Ideal.es

Martes, 10 de mayo 2016, 06:58

Su brillantez y fe le hizo desarrollar un pensamiento filosófico basado en la unión del entendimiento humano con Dios, adaptando el platonismo a la mística del Islam. Reflejo de ello es su principal obra "El filósofo autodidacta", donde el protagonista Hayy, nace y crece en una isla desierta. No tiene maestros y se educa a sí mismo. Utilizando la razón evoluciona desde el empirismo hacia lo científico, y posteriormente alcanza la unión con Dios mediante el entendimiento. Es una parábola de la ascensión mística, que cuenta con numerosas y variadas traducciones al egipcio, alemán, inglés, hebreo, holandés, francés, español y latín. Probablemente sea la obra árabe más traducida tras las "Mil y una noches". Durante su estancia en la corte eran pródigos sus poemas de carácter ideológico y militar, usados como instrumento para moralizar a las tropas y habitantes del reino. Era popular y respetado por el pueblo y la corte, de quienes solía ser el más influyente consejero. Tras una vida plena de viajes, vivencias y estudio se recluyó en su casa de Tíjola hacia el 1182, entregándose por entero a la meditación y a una existencia contemplativa. Su último viaje terrenal fue a la ciudad de Marrakech, donde le sobrevino la muerte en el 1185. A sus funerales asistieron personalidades, entre las que se encontraba Al-Mansur. Por fortuna existe una Fundación que porta el nombre de Ibn Tufayl, cuyo objetivo es el de promover y difundir la investigación y el conocimiento sobre la lengua, la literatura y la historia del mundo árabe, centrándose especialmente en Al-Andalus como lugar de encuentro entre las civilizaciones árabe-islámica y la occidental. Más allá del evidente mérito de Ibn Tufayl para dar nombre a alguna glorieta o cátedra, sería más meritorio el poder contribuir con fondos a esta Fundación para propiciar la labor científica que tanto profesó nuestro paisano.Usando las enseñanzas reflejadas en "El filósofo autodidacta" hemos de potenciar el desarrollo personal e intelectual como eje de nuestra existencia, dialogando con los elementos que nos rodean y que intervienen en la definición del perfil que mostramos a los demás. Es un acto de desocialización banal al tiempo que permite el tan necesitado viaje interior. Lo espiritual y la buena conciencia aplicados a las pautas de la evolución racional nos harán mejores hombres y mujeres. Recuperar del olvido y del polvo de los tiempos a personajes de semejante envergadura social e intelectual debería ser un cometido prioritario para los dirigentes que se afanan en buscar contenidos a sus estrategias comarcales, pero que en realidad sobreviven delas rentas heredadas. La investigación y el estudio del patrimonio de una comarca tan basta como es el Almanzora suponen un gran reto (apasionante) para poner en valor el principal activo con el que completar cualquier iniciativa, guardado siempre como fondo de cajón, que es la historia. No descuidemos el patrimonio humano disperso del Almanzora. Tanto vivos como ya muertos, porque no tenemos porqué inventarnos hijos predilectos postizos para una tierra que ha sido fecunda en grandes nombres y grandes vidas. FRANCISCO JAVIER FERNÁNDEZ ESPINOSA

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