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ROSA ORTIZ
Martes, 10 de mayo 2016, 08:02
Ese mismo efecto, pintar con una frase que no vende nada pero que obliga a quien lo lee a ponerse a pensar en lo que uno tiene o, en su defecto, en lo que a uno le falta no afuera, sino adentro de uno mismo, es lo que llevó a mediados de los años 90, en la ciudad mexicana de Monterrey, a un joven poeta llamado Armando Alanis Pulido a salir cada domingo a la caza de muros olvidados, a pelear por un espacio para la poesía en medio del estruendo publicitario que inunda las grandes ciudades. Así nació un movimiento de arte urbano llamado "Acción Poética" que de México pasó a Tucumán, Argentina y que, en una suerte de contagiosa revolución de las letras, se ha extendido en los últimos meses por decenas de ciudades de buena parte de América Latina. En un reportaje publicado en el periódico argentino "La Nación" el pasado febrero, se contaba cómo había sido la primera salida de estos poetas callejeros en la ciudad de San Miguel de Tucumán: un grupo de amigos con pinceles y un tarro de pintura negra, temerosos de que los tomaran por vándalos que ensuciaban paredes sin permiso. Para empezar, eligieron esta frase de Alanis Pulido: "Duermo poco, sueño mucho".
Porque "Acción Poética" tiene sus reglas: se escribe siempre micropoesía, es decir, una frase de no más de ocho palabras, mensajes cortos que puedan leerse mientras uno va caminando o en el coche. Siempre en letras mayúsculas de imprenta color negro sobre una pared blanca que haya sido cedida para eso. Nunca se hace sin permiso, la poesía es educada hasta para eso. Y también siempre los primeros diez muros se pintan con frases de Armando Alanis, como un modo de homenajear al creador de este movimiento.
En España, las primeras pintadas de "Acción Poética" aparecieron a mediados del pasado mes de enero en Pucela, Valladolid y, seguramente, como ha sucedido en otros países, en poco tiempo aquí también veamos "ciudades convertidas en poemas de versos interminables como sus calles", que diría Alanis, con muros que hablan en susurros o que gritan sentimientos. Frases que, como señalan los seguidores de esta escuela de poesía urbana, lo mejor que tienen es la respuesta individual, personal y silenciosa de quien sonríe, recuerda o suspira cuando sus ojos se encuentran con ellas. Se trata de convertir a la ciudad en un bosque de versos, ¿te apuntas?
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