'El Mortero Lañado'
Se sonrió a medias y dijo "pues claro que había, de toda la vida ha habido lañaores". Así contestó hace años mi padre a mi despistada pregunta de si pasaban antiguamente gentes por el pueblo arreglando platos y lozas rotas. Yo había visto hacía unos días una película china, El Camino a Casa, de Zhang Yimou, y me había sorprendido un personaje que viajaba de pueblo en pueblo en la China de los años veinte, arreglando la cerámica fracturada. No había escuchado nunca la palabra lañador y no imaginaba que hubiese existido tan curiosa ocupación.
Ideal.es
Martes, 10 de mayo 2016, 06:37
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Recientemente, en una antigua botica de Murcia, me quedé mirando un enorme mortero de mármol de Macael. Me acerque sorprendido, ya que nunca había visto el mármol lañado. Una rotura producida quizás por un golpe seco, recorría la magnifica pieza en diagonal. Observé detenidamente cada una de aquellas grapas metálicas que sin atravesar la gruesa pared, creaban una cicatriz junto al mástic capaz de contener las pócimas del boticario.
El arte del lañador era complejo. Arreglaban lebrillos, orzas, ollas, fuentes o pucheros de cerámica rotos. Tomaba los trozos fracturados, limpiaba los bordes y componía la forma original. Se valía de un taladro manual de cuerda con el que perforaba a los dos lados de la grieta, introducía una masilla y ponía los extremos de una laña metálica, una grapa, en los orificios realizados. Se aseguraba que las puntas de la laña fueran convergentes y las remachaba con precisos golpes de martillo.
En el Manual del Cantero y del Marmolista de Antonio Sánchez Pérez, (Madrid, 1884). Biblioteca Enciclopédica Popular Ilustrada, sección 1ª -Artes y Oficios- encontré la fórmula para pegar aquellos trozos "muchas veces se mezcla a la goma un polvo finísimo de mármol blanco tamizado; otras veces emplea el marmolista pedacillos de mármol labrados y ajustados exactamente en los agujeros ó en la rotura que trata de disimular, adoptando las medidas necesarias para que la adherencia sea completa. Las gomas para soldar, ó mástic del marmolista, merece especialísimo cuidado. Muchas veces coma la mala cualidad del mástic empleado hace que una obra buena y bien trabajada se deteriore pronto y pierda todo su valor. El mejor mástic de marmolista que hasta hoy se conoce, se compone de: dos partes de cera virgen, tres de pez blanca, ocho de resina.....".
Jean Claude Bessac, en su libro L'outillage traditional du le taille du pierre, nos muestra como es el taladro que consiste en una varilla afilada que ensarta una punta esférica. Por otro lado, una cuerda acerca los extremos de una tabla o arco a modo de mango que se dispone perpendicular a la varilla. Esa cuerda, en su parte media, se ancla al extremo romo de la varilla, y se enrosca en torno a ella.
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Cuando se presiona el mango hacia una superficie sobre la que se apoya la varilla, la cuerda enroscada, se desenrosca y hace girar la varilla, (un sistema basado en la inercia del giro que permite enrollar y desenrollar con mínimo esfuerzo).Con la suficiente destreza, se puede conseguir que la varilla no deje de girar en un sentido y otro.
Nunca había imaginado que se pudieran arreglar los morteros rotos y menos aún que esto fuera un arte. Como otros artes del ahorro, éste también se perdió con la transición de una economía de miseria y autosuficiencia a una capitalista fundamentada en el consumo. El consumismo de nuestros tiempos hace impensable la idea de arreglar, enmendar, reconstruir o reutilizar utensilios deteriorados, pero lo paradójico es que sin duda en estos tiempos el valor de un mortero lañado es mucho mayor que el de uno que no lo está, aunque por lo demás sean iguales. La necesidad que tenemos de renovar aquello que se deteriora choca con el aprecio que profesamos por lo único, por lo escaso, por lo que entraña un esfuerzo artístico. Y un ejemplo de esto son las obras de una artesanía perdida, la de los lañadores. ¿Para cuándo el Museo del Mármol de Macael?.
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Andrés Molina Franco. Profesor Técnico de Formación Profesional.
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