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Eloísa Benítez
Martes, 10 de mayo 2016, 06:58
La sala se quedó pequeña, los congregados desbordaron las previsiones y la dirección del museo tuvo que improvisar para acomodarlos a todos en espera del descubrimiento de la "gran obra", hasta el punto que la mayoría de jóvenes de EQUO decidieron aguardar en el suelo.
La música de la novena sinfonía acompañó la original velada y el momento mágico del descubrimiento del lienzo coincidió con el tutti del cuarto movimiento; porque para el autor, este momento corresponde con el mensaje ético para el hombre como responsable único de la vida en la tierra. Y es que para Ibáñez Beethoven ha supuesto desde su infancia un nexo especial con la vida desde que su abuelo Pepe le diera a conocer y escuchar a este reconocido genio de la música. "Beethoven es la banda sonora de mi vida", comentaba.
Desde esa época el pintor ha escuchado decenas de versiones de la novena sinfonía y de la obra del incuestionable compositor de origen austríaco, hasta conseguir entender (según afirmaba el pasado viernes), esta novena sinfonía después de 20 años. "Creo que se refiere a la globalidad de la vida de todas las criaturas; el drama del ser humano y su lucha por salir hacia la luz". En este sentido Ibáñez cuenta a Ideal que cubrir el anterior cuadro (que representaba otra versión de la Fraternidad Universal) no ha supuesto el menor trauma para él. "Era una decisión tomada hace varios años. El primer cuadro era una obra que nunca me satisfizo plenamente. Desde el primer momento; fue un lienzo que me dio muchos problemas para realizarlo; tuve que trabajarlo como un puzzle, y nunca lo di por acabado. Si a eso le unes que mi visión sobre la novena de Beethoven ha ido cambiando al tiempo que lo ha hecho mi visión de la vida, entenderás porque no me ha temblado el pulso para hacer lo que he hecho".
En cuanto a la obra y versión actual, el pintor cree que esta será definitiva: "mucho tendría que cambiar mi lectura de la obra beethoveniana para acometer otro nuevo cambio. Por ahora lo considero muy improbable"
Andrés García Ibáñez no pasó por alto la aportación que el grupo EQUO ha hecho para el museo, agradeciendo a esta formación su implicación y entrega: "no se como pagaros lo que habéis hecho por mi; aquí tenéis vuestra casa", anunció antes de comunicar a modo de sorpresa, que había realizado varias litografías firmadas y numeradas del cuadro, unas para regalarlas a los 36 componentes de EQUO, otras para donarlas a los patronos del museo y otras para venderlas a través de la Fundación del museo.
Esfuerzo en tiempo récord
La versión 'La Fraternidad Universal' que ya puede disfrutarse en el Museo Casa Ibáñez ha supuesto para el pintor un gran esfuerzo; "casi cuatro meses pintando todos los días, seis o siete horas diarias ininterrumpidas, incluidos sábados y domingos. He gozado y sufrido mucho, al mismo tiempo, pero así es la pintura (y la vida). Lo he pintado en un tiempo récord porque he estado enfebrecido, como traspuesto, y no he parado hasta terminarlo. Estas cosas tienen que salir así, antes de que llegue el día en que pierdas el interés por el motivo, que es el principal riesgo de la pintura ( y de todo el arte, creo yo)", ha comentado Ibáñez a Ideal.
En la cita de presentación del afamado lienzo no faltó la presencia de Juan José Ceba, quien trasladó su «alegría infinita» a todos los presentes y dedicó las palabras del poeta, dramaturgo, filósofo e historiador alemán Schiller que inspiraron a Beethoven «a todas las personas que posaron para Andrés», expresó emocionado en la presentación.
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