El Primer Milagro Almeriense, Los Millares

 

Así, mientras en el resto de Europa Occidental, los humanos sólo sabían fabricar utensilios rudimentarios de piedra, en Almería éramos capaces de extraer cobre y transformarlo en herramientas y utensilios bastantes elaborados.

Los diferentes estudios que se han realizado, desde el descubrimiento del Poblado de Los Millares, a finales del S.XIX por Luis Siret, ponen de manifiesto que en él se alcanzo un nivel de complejidad social y cultural que, en aquella época, sólo se daba en algunos lugares del Próximo Oriente, como el Egipto faraónico.

Además de la aparición de la metalurgia, en la Cultura de Los Millares se producen otros avances decisivos, respecto a culturas anteriores, como son la existencia de una sociedad jerarquizada, la intensificación de la agricultura y ganadería, la aparición de actividades artesanales y textiles o la construcción de fortificaciones y murallas de dimensiones y entidad desconocidas para esa época en el Mediterráneo Occidental.

Por otro lado, la existencia de una necrópolis colectiva, con más de cien tumbas, constata el desarrollo de una espiritualidad y creencias en torno a la muerte no descritas hasta el momento, así como, una sociedad jerarquizada.

En algunas de estas tumbas han aparecido restos de hasta cien personas, aunque normalmente suelen contener entre 8 y 20 individuos de un mismo clan.

En esta ciudadela fortificada llegaron a vivir más de 1500 personas. Lo que quiere decir, que hace la friolera de 5 mil años, en este poblado, existía el triple de habitantes que en la actual Santa Fé Móndujar, situada a escasos kilómetros del yacimiento. Según los expertos, por aquellos tiempos, era la población más grande de Iberia, incluso de Europa Occidental.

El entorno natural en el que vivían los pobladores de Los Millares era distinto al actual. Aunque muchas de las especies vegetales que hoy se desarrollan en la zona ya existían, parece que la vegetación era más exuberante y húmeda que la actual.

Por otro lado, la existencia por entonces de bosques de galería y los restos hallados de nutrias y moluscos de agua dulce nos hablan de abundante cantidad de agua y de la posibilidad de que el río Andarax fuera navegable, lo que a su vez explica los hallazgos de objetos artesanales de marfil y cáscara de huevo de avestruz. La presencia de estos productos indica una relación comercial más o menos esporádica con África que debió llevarse a cabo por el río utilizando barcazas de poco calado.

El hallazgo en el poblado de huesos de grandes vertebrados estrictamente forestales, como el uro (antepasado salvaje del toro actual), el oso pardo, el corzo, el ciervo o el lince confirman la existencia de extensos bosques en el entorno cercano al poblado, posiblemente en las limítrofes Sierra de Gádor y Sierra Nevada.

Aunque sólo se trata de una hipótesis de algunos arqueólogos, parece ser que el final del Poblado de Los Millares fue violento. Durante el período de ocaso del poblado, se han constatado evidencias de conflictos. Aparece una mayor presencia de armas (cuchillos, flechas, brazaletes, etc.) y se incrementa la construcción de nuevas murallas.

Posiblemente el rápido crecimiento de la población desbordo la capacidad productiva de las márgenes del Río Andarax y origino un importante deterioro del hábitat, lo que detonó en la aparición de conflictos entre pueblos vecinos o entre clanes del mismo poblado por la posesión de los recursos naturales.

Existen multitud de ejemplos similares de convulsiones y desapariciones de culturas del pasado a consecuencia de colapsos ambientales. Veáse los Mayas, la cultura de Isla de Pascua, los Anasazi, etc.

En nuestros días, una crisis ambiental parecida está ocurriendo. La gran diferencia es que, en la actualidad, los cambios ambientales son globales y no afectan a unas culturas o pueblos determinados, si no a todo el planeta.

En nuestras manos está no repetir el hipotético triste final de Los Millares. La enseñanza nos dice que "nos va la vida en ello".

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