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Martes, 10 de mayo 2016, 06:16
(Testimonio real de una habitante de la Cortijada Los Sapos, Extraído del foro de Seron.tv.com)
De esta forma, tan austera pero bonita, no hace tanto, celebraban la Noche Vieja los antiguos moradores de las Alquerías de Montaña de Los Filabres.
Estas Cortijadas, de las que hemos oído tanto hablar a nuestros abuelos, pero sin embargo a veces no aparecen en los mapas, constituyen, sin duda, uno de los elementos más valiosos del Patrimonio Cultural de nuestra sierra.
Su singular arquitectura, de reminiscencia árabe, evocan el pasado andalusí de estas tierras, aún tan impregnado en las costumbres y tradiciones del Valle del Almanzora, a pesar de la globalización.
La Cortijada de Los Carreños, es un magnífico ejemplo de este tipo de poblamiento. Lo primero que sorprende cuando la contemplas desde lejos, es la perfecta integración en el paisaje de los muros y tejados de launa de sus viviendas, llegando incluso a confundir las piedras puestas por el hombre con las naturales.
Situada a 1600 m. de altitud, en la solana de un estrecho barranco, aún conserva evidencias de la agricultura y ganadería de subsistencia que realizaban sus antiguos moradores. Entre éstas, destacan dos eras e imponentes balates de piedra, en cuyos bancales aparecen dispersas grandes encinas, seguramente respetadas y mimadas antiguamente por su utilidad como sesteros para el ganado.
En alguna de las viviendas, a pesar del avanzado estado de deterioro de algunas de ellas, aún es posible distinguir las distintas estancias y sus elementos característicos. El Hogar, con su chiminea y alacenas, los pajares y sus rudimentarias escaleras de acceso, sus corrales y patios, en los que aparecen esparcidos distintos antiguos utensilios agrícolas, botellas de anís o incluso alguna jaula oxidada, testimonio de la afición de estas gentes a la tradicional caza de la perdiz con reclamo.
Hoy día, la mayor parte de estas cortijadas, desde que fueron compradas o expropíadas por el Estado a partir de los años 60, para la realización de la gran repoblación forestal de Filabres, vienen sufriendo un acelerado proceso de abandono y deterioro.
Algunos "locos" pensamos que, dado el carácter público de estos poblados, se podría trabajar activamente, desde formulas de colaboración público-privadas económica y ambientalmente sostenibles, por la rehabilitación y gestión de este patrimonio etnográfico de incalculable valor.
La otra alternativa es su eminente desaparición y con ella una parte de nuestra historia para las generaciones futuras. Y estareís conmigo que eso no podemos permitirlo. Verdad??
http://hacialosalvaje.wordpress.com/ José Luis Caparrós Martínez
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