Doce campanadas sin 'Tu Ser Querido'

 

No se cómo empezar porque tampoco entiendo muy bien que intento comunicar, sólo escribirte a ti David, mi hermano pequeño, mi querido hermano que nos dejaste de repente el pasado 20 de febrero. Desde ese día te busco en todas partes, te escribo, te recuerdo, te lloro, te sufro, pero no hay una fórmula mágica para apaciguar el dolor; no existe ninguna certidumbre, ninguna pista de donde encontrarte, ni de como consolarme; de como consolarnos.

Estas palabras van dedicadas a ti, porque estas fechas (aunque intentemos obviarlo), son duras y diferentes al resto de días del año; nos reunimos todos los hermanos, todos tus hermanos que son los mismos que los míos más yo (claro), más nuestros padres que son también los tuyos y los nuestros, de los cinco que eramos y ya no somos (y no te imaginas lo horrible que resulta decir y pensar que ya sólo somos cuatro).

David, como decirte que no soportamos tu ausencia, que no tenemos ganas de fiestas, que te añoramos, que te necesitamos, que nada es igual desde aquel día; que todo se mide antes y después de esa fecha. Quizá estas palabras sólo sirvan para aliviar un poco mi dolor en mi desesperación de encontrar un escape, pero tal vez puedan ayudar a quienes como en nuestra familia falta un ser querido en estas navidades, en estas fechas de reunión y con mis sentimientos puedan sentirse acompañados, puedan llorar conmigo y expulsar a mi lado un poco de rabia.

David, tengo miedo a las doce campanadas que desde hace treinta y seis años celebrábamos juntos. ¿Cómo vamos a brindar por un año que empieza después de una pérdida tan grande?, habrá una persona especial (demasiado especial) con la que no tomaremos esas uvas que el pasado año si tomamos y no podremos disimular que nos duele mucho, que tenemos el corazón desgajado. Nadie nos enseña como se supera esto, cómo sigue la vida sin un ser tan querido, cómo es posible continuarla con el mismo sentido que hasta ahora.

Soy cociente que mi dolor, que el dolor de mi familia no es único, que existen miles de familias con dolor por pérdidas semejantes, pero yo siento el mío, escribo del mío, me duele infinitamente el mio e intento compartir los ajenos.

Estoy convencida que el mundo sería infinitamente mejor si hubiera más personas como tú eras, por eso y porque eras mi querido hermano pequeño al que tanto he cuidado y me ha cuidado; mi hermano más sensible; mi hermano más débil; mi hermano más generoso de sentimientos; mi hermano más necesitado de afecto. Por todo eso y porque te amo intensamente, porque no encuentro el consuelo con el paso de los días sino todo lo contrario, porque no comprendo esta vida, porque ahora todo tiene menos sentido. Por eso y porque necesito sacar mi dolor, compartirlo, expresarlo, por todo eso David escribo estas palabras para ti, por si estas en alguna parte que desconozco, por si eres energía y notas mi fuerza. Para ti, por todo ese amor que te debemos todos, por las cosas que nunca supimos decirte y todos sentimos; por los abrazos que no te hemos dado, por las llamadas que debimos hacerte, los mensajes que debieron llegarte; porque no te felicite en tu último cumpleaños (15 días antes de tu muerte).

A ti, para que me perdones, porque me siento en deuda con tu inmenso corazón siempre pendiente de todos; porque todo tu derroche de amor siento con tu marcha repentina que quizá a veces no siempre fue recompensado. A ti, David, porque no podemos chocar la copa este año como todos los pasados, porque será la primera navidad sin verte y me ahoga recordar la última del pasado año. A ti y a todas las familias rotas donde existe un hueco irreemplazable en sus mesas y en sus corazones con estas doce nuevas campanadas. Un beso y un abrazo durante todos los días de mi vida

Eloísa Benítez Romero

Hermana de David Benítez Romero