'La legitimidad de los territorios cercanos'

Francisco Javier Fernández Espinosa. El debate abierto sobre los modelos de gestión territorial que últimamente sacude los foros de la política local no ha hecho nada más que comenzar. Hay quien defiende el actual modelo, centrado en una Diputación dinamizadora de gran parte de la actividad administrativa y financiera de los municipios. También encontramos que adquieren protagonismo las voces que reivindican una plataforma gestora más cercana e independiente, capacitada para invertir en sus vecinos los fondos que antes se repartían desde el palacio de Navarro Rodrigo.

Ideal.es

Martes, 10 de mayo 2016, 07:14

 

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Es probable que ahora sea oportunista establecer un debate de optimización de recursos y de plantear modificaciones que reestructuren los modelos administrativos que parecen no adaptarse a las exigencias contemporáneas. Las tomas de decisión desde las perspectivas cercanas siempre redundarán en la personalización y el progreso inmediato de cualquier medida a aplicar, siendo percibida por el ciudadano como una señal de progreso eficaz que persigue su avance y bienestar. Se puede incidir en resaltar los matices de una gestión "cualitativa" y próxima frente a la de la habitual "cuantitativa", derivada de asignaciones externas que no siempre son sensibles con el entorno por el que son recibidas.

Creo que la gestión comarcal está legitimada por el arraigo del territorio. Dar cobertura desde el origen asegurará una pedagogía ejecutoria solidaria, diseñada por quienes padecen la carestía. Dotar progresivamente de protocolos de actuación complementarios entre la administración provincial y los entes comarcales, propiciará un modelo innovador y de eficacia ejecutoria que ha de poner en valor los vínculos de los territorios, con mayor independencia y pluralidad. La apertura de las políticas de recaudación y distribución de los capitales, los soportes técnicos y humanos distribuidos por los pueblos, la reducción de los representantes provinciales y de la burocracia capitalina inevitablemente beneficiará a las zonas más deprimidas y necesitadas de desarrollarse desde dentro, con un concepto propio que integre su identidad en el mosaico provincial.

El trabajo desde el territorio es más perceptible y además se nos a de antojar complementario al que se pueda realizar desde "las nuevas diputaciones", la administración autonómica y la nacional o europea. Dar cobertura al ámbito geosocial al que se representa es un valor añadido de responsabilidad político-filial. El trabajo desde la cultura es básico para desenredar la autoridad de los territorios. La cultura y el servicio social no deben ser subáreas, ya que es el barómetro más eficaz para conocer la realidad tanto individual como colectiva de los habitantes de una determinada zona o área. La provincia que muestra al mundo el cadáver del Cortijo del Fraile mientras ni los buitres quieren ya su carroña, el desprecio innecesario hacia el Museo Ibáñez, la atrocidad impune del mausoleo de Abla... hace que nos percatemos de la lejanía sistemática con la que se tratan muchos de nuestros referentes y señas de identidad por parte de quienes ni los sienten ni padecen, suponiéndoles únicamente hitos en un mapa. Hemos de adoptar actitudes que impidan la parálisis de identidad a la que poco a poco nos hemos acercado.

¿Porqué los pueblos están condenados al PACA y la capital al esplendor de las estrellas de cine?. Alguien dirá que tenemos una baja densidad de habitantes per cápita, y que nos hacen pistas polideportivas para paliar nuestra oferta de ocio.

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Duelen profundamente los paisajes en silencio (acallados). Duelen los pequeños Ayuntamientos asfixiados económicamente por el empeño de las verbenas ?con las arcas vacías, sólo se pueden hacer cucañas- y el único recurso de mendigar en su pequeñez es que les asfalten un camino o que lleven la luz a una pedanía que quiere vivir el siglo XXI.

La singularidad de los territorios, independientemente de su agrupación geopolítica requiere de una responsabilidad sociocultural que frene la erosión y el despoblamiento intelectual. La dependencia de proyectos foráneos, aplicados como plantillas, hace que incurramos en una planificación conjunta que impide el afianzamiento y el progreso de la identidad propia, por lo que las estrategias comarcales son las idóneas para el desarrollo de proyectos ad hoc sobre su ámbito de influencia.

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