Eloísa Benítez
Martes, 10 de mayo 2016, 06:03
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Eva Sánchez Rodríguez es la afortunada gerente ( junto a su marido Juan Salvador Parra), del molino harinero situado en el municipio de Laroya; ahora restaurado para turismo rural por los propietarios. La vivienda siempre ha sido propiedad de la familia de Juan y su padre (Manuel Parra), quién trabajaba de molinero en estas reformadas instalaciones. Este, en concreto, era un antiguo Molino harinero de agua, que data del siglo XVIII y se encuentra ubicado en plena Sierra de Los Filabres, junto al río Laroya a unos 1000 m. de altitud.
En cuanto a la restauración de la infraestructura, destacar que se ha mantenido la maquinaria de molienda, creando con ella un museo etnográfico. También se ha mantenido el horno de leña, la balsa de agua, el pesebre y atrojes; quedando además el edificio rodeado de arboles frutales y mucha vegetación.
El resultado de un meticuloso trabajo y reformas exhaustivas (pero puntuales), donde se ha respetado al máximo la estructura, amplitud y utilidades de las habitaciones, puede apreciarse en estas nuevas instalaciones turísticas, que abrieron sus puertas hace ahora un par de años en la localidad.
De esta manera, podemos encontrar en la infraestructura, el antiguo pesebre, todas las estancias, la maquinaria del molino y el museo etnográfico con los útiles de esta actividad que comparten espacios con los siete dormitorios dobles, dos cocinas, tres baños o dos salones con chimenea y horno de leña.
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En cuanto al exterior del molino, sus propietarios han habilitado un parque infantil, unas barbacoas y una balsa adaptada para baño con un sistema natural de entrada y salida de agua.
Por otro lado, y dentro del privilegiado entorno de este municipio, el visitante puede realizar los numerosos senderos que rodean la localidad, incluidas las excursiones en torno al cauce del río Laroya o la propuesta del recorrido por los Molinos existentes en el término ya en desuso y algunos en ruinas o totalmente derruidos.
Rueda antigua de molino
Entre las peculiaridades de estos alojamientos, destaca su construcción con centenarias piedras y maderas o la rueda antigua del molino, encontrada enterrada y por sorpresa al realizar las obras de restauración. Destacar, así mismo, el hecho de que este molino fue el último en dejar de funcionar en la localidad en el año 1979 y en consecuencia, el que se ha conservado en pie para su reconstrucción. En este punto, los propietarios han aprovechado este hecho para sacar partido a las instalaciones debido al interés que está suponiendo tanto la historia como las características de los alojamientos.
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Historia
A mediados del siglo XIII, prácticamente se había generalizado el uso de los molinos de agua para triturar los cereales y conseguir la harina y el salvado; alimentándose con ellos las personas y animales (eso muestra también el incremento de la producción agrícola). Normalmente el trabajo de los molinos solía durar desde el mes de noviembre hasta el mes de mayo o junio, dependiendo del agua que iba dejando el estiaje. Los molinos han sido durante muchos siglos, las industrias de transformación de los cereales en harina; alimento básico que ha hecho posible la vida de los habitantes de las zonas donde se ubicaban. Por todo ello, se ha considerado al molino la primera máquina de la civilización. Fue el primer invento que supuso importantes avances en las tareas agrícolas, industriales y de índole social, pues consiguió liberar de algunos de los trabajos más pesados a muchas generaciones de personas, sobre todo a las mujeres, que eran las que se encargaban de moler el trigo.
Según la fuente de energía que se aprovecha para la molienda, el hombre ha ingeniado molinos de diferentes tipos o clases. Así, tenemos: los molinos de viento, que aprovechan la fuerza del viento (energía eólica); los molinos harineros, hidráulicos o de agua, que aprovechan la fuerza del agua (energía hidráulica); los molinos de sangre, que aprovechan la fuerza de los animales, mulas o bueyes, con los ojos tapados para no marearse que se enganchaban a unos maderos cruzados al eje para moverlo conforme daban vueltas; los molinos de mano, que aprovechan la fuerza manual humana; los molinos de fuego, que aprovechan la energía de una máquina de vapor o motor, y otras clases de molinos de menor importancia.
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