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Amador Molina Medina, MACAEL 1932 (Cantero)

Amador Molina Medina, MACAEL 1932 (Cantero)

Hombre del mármol, con trece años y de la mano de su padre José Molina Sáez -cantero-, nieto, hijo y sobrino de una larga saga de canteros macaelenses, sube a la cantera de La Noguera en 1945, en el Paraje del Río. En 1947 inicia una explotación familiar en Los Plantones para la extracción de Mármol Blanco, hasta 1960. En 1959, comienza su andadura en la compraventa de mármoles, cortando sus primeros bloques en la fábrica de Don Federico Berruezo, en el Paraje del Cogoche, en las fábricas de Juan Pastor y Miguel Flores de Olula del Río, hasta que abre su propia industria en 1970 con la puesta en marcha de un telar el 1 de abril de 1971 en Macael.

Eloísa Benítez

Martes, 10 de mayo 2016, 06:00

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En 1973, ante la fuerte demanda de mármol Gris decide explotar una nueva cantera en el Paraje de los Jarales, en la zona de Los Azules, con el número de concesión 330, hasta 1978. En las postrimerías de esta década emprende una nueva línea de trabajo en el mármol enfocada a la construcción, hasta 1983 en el que deja de funcionar el telar de corte e instala un disco, una pulidora y un pantógrafo dedicándose por completo al difícil mundo del arte funerario, en el que ha desarrollado su actividad creativa, artística y artesanal, implantando nuevos diseños y técnicas de colocación innovadoras.

-¿Cómo se trabajaba en sus inicios en las canteras?, ¿Qué labores principales se realizaban en las canteras y cuál era su cometido?

-Con mazo y puntero simplemente y los agujeros de los barrenos a mano con un taladro de cinco dientes, hasta tres metros de largo. Para sacar el barro se utilizaba una caña con un agujero en la punta con un esparto que lo arrastraba hasta la superficie. El transporte desde la cantera se realizaba con bueyes y con carro de mulas para unos veinte pies máximo, las bestias bajaban los fregaderos y las forjas para cruces, basas y morteros. Tenias que aprender las medidas entendiendo que un metro cubico tiene 43 pies, un truco de 18x18 pulgadas se hacía para losa de 40 cm., trazar un mortero, operaciones básicas necesarias en el día a día.

Respecto a las labores principales encontramos el espizarre, realizado completamente a mano, con barras, rastrillas espiochas, espuertas, carrillos, vagonetas durante meses interminables sin llegar al filón de mármol, ayudados con peones venidos de tierras de Jaén principalmente.

Después llegaría la extracción, con gatos y cabestrantes una vez separado el bloque del banco, levantando y calzando, con rulos de madera se arrastraría hasta la placeta de la cantera.

Una vez allí se procedía al escuadreo, con punteros teniendo en cuenta técnicas antiguas como que siempre se "zoblaba" por cara ya que era más favorable buscando el hilo de la piedra, otras veces se tiraba con cuñas y se abría el bloque de punta a punta como si se abriese un libro.

-¿Qué mejoras más significativas han tenido lugar en los últimos tiempos?

-Realmente la seguridad con la que se trabaja en la cantera, reduciendo considerablemente los accidentes laborales, los medios técnicos con los que se realiza la explotación de una manera limpia y rápida, la ordenación de las escombreras y su regeneración con especies autóctonas

-¿Qué le ha gustado más de este trabajo?, ¿qué le ha resultado lo más duro?. Dígame alguna anécdota.

-El trabajo tiene la satisfacción de ver cada día como la tierra te entrega sus entrañas y el cantero es capaz de darle forma y vida transformada en belleza. Lo más duro es ver como algunos de tus compañeros han quedado en el camino, en la búsqueda del pan de cada día.

Como anécdota curiosa puedo contarte que el bloque más grande que he sacado con estos métodos manuales, tenía 190 pies, es decir 300 x 170 x 100, con un total de casi doce toneladas, que supuso después de su corte un trabajo de tres días para sacarlo del pozo, con cabestrante, polea y dos gatos empujándole hacia arriba, a la vez que se construía una plataforma para ascender la rampa, esto fue en la cantera de Los Plantones hacia 1952. Ningún camión lo quería bajar de la Sierra de Filabres, por el peso y el riesgo en el transporte, pero hubo que preguntarle al camionero Rafael -chofer del empresario Baltasar Requena- que acepto el encargo, compro el inmenso bloque y lo corto en 4 cm convertido en tablones, en contra de lo que opinaban algunos compañeros que optaban por haberlo cortado por la mitad en el banco.

-Supongo que usted ama su profesión pese a las dificultades y peligros que entraña ¿volvería a elegir esta actividad o después de lo vivido si pudiera se dedicaría a otra cosa?

-Volvería de nuevo a trabajar en este oficio porque el mármol y las canteras se llevan en la sangre, los Filabres es un lugar especial donde la historia del arte ha escrito el nombre de grandes monumentos con letras de oro y donde en muy pocas ocasiones se ha conocido el nombre del abnegado cantero que ha sacado la piedra.

-¿Eligen los jóvenes de hoy en día este oficio?

-No eligen este oficio, porque no se reconoce su esfuerzo lo suficiente, aunque la tecnología ha cambiado, los métodos de extracción son distintos, la maquinaria lo hace más fácil, las empresas no incentivan este trabajo. La formación en el tajo no es suficiente como se hacía en otras épocas, hoy los jóvenes necesitan complementar sus conocimientos con los nuevos avances tecnológicos y para ello están las instituciones educativas.

-¿Cómo ve el futuro de la cantera?

-La cantera es un lugar especial, seguir explotándola con profesionalidad augura un buen futuro para la Comarca del Mármol, aunque ahora los tiempos no sean los mejores de su historia, quedan muchas cosas por hacer con estas explotaciones, sobre todo poniéndolas en valor una vez acabadas las bancadas, convirtiéndolas en museos al aire libre, lugares para el esparcimiento y conocimiento de un oficio milenario.

 

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