Eloísa Benítez
Martes, 10 de mayo 2016, 07:29
Esta ancestral tradición reúne a niños, jóvenes y mayores en torno al fuego en un juego que previamente ha pasado por diferentes fases y actividades. En primer lugar y durante todo el mes de diciembre, es la costumbre salir al campo a por matojos, ramas y troncos que cada grupo de vecinos acumula en un lugar determinado (teniendo además cuidado de los posibles robos de estas cargas de leña que tanto trabajo han costado). La idea es conseguir el mayor combustible posible de cara a la quema y encendido de las hogueras que siempre se lleva a cabo la noche anterior al día de Santa Lucía ( 13 de diciembre).
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Una vez recogido el mayor número de leña y llegada la fecha prevista, los vecinos del pueblo (casco urbano y barriadas) se reúnen en torno a las lumbres para quemar lo traído del campo y añadir cuantos enseres viejos y de madera se posea en los domicilios porque la tradición dice que a quien quema algo o trae la leña la Santa le conserva la vista . Pero esta tradición no solamente se centra en el fuego, sino que además las familias de cada vecindad preparan numerosos platos para compartir la velada entre amigos. Así, muchos vecinos sacan fritadas, olivas caseras, bizcochos y hasta algunos se atreven con las migas; todo ello acompañado de vino del país o refrescos. En otras lumbres se asan patatas, embutidos o careta y se comparten gastos con las viandas aportadas por el Ayuntamiento a cada una de las hogueras inscritas. Este último año han sido más de cuarenta las lumbres contabilizadas, y en cada una de ellas se ha repartido una garrafa de vino, una caja de embutidos variados y pan. Así las cosas la tradición cuenta con décadas de antigüedad y hasta los mayores del lugar no aciertan a calcular de cuántos años atrás se conoce este encuentro festivo porque indican que cuando pequeños ya había hogueras por todo el pueblo el día de Santa Lucía.
Para evitar la pérdida de esta ancestral tradición, primero el ayuntamiento y luego la asociación de Padres y Madres de la localidad, han llevado a cabo iniciativas para arraigar las costumbres, como la de hacer los ?hachos' para quemarlos ese día junto a las hogueras.
Gracias a esta apuesta los más pequeños llevan algunos años cogiendo en el campo las ramas secas y ?reviejos' que servirán para elaborar el conocido hacho (antorcha elaborada de esparto seco y verde). Lógicamente los hachos los fabrican los más mayores del pueblo, ya que aprendieron a hacerlos de sus padres, pero ahora también los niños y niñas de Serón están aprendiendo a elaborarlos gracias al esfuerzo de estos y el AMPA y muchos saben ya que un hacho se hace de la siguiente manera: Una vez recogido el suficiente esparto seco y verde, se construye un pequeño haz de unos ocho centímetros de ancho con el esparto seco y este se ata con el esparto verde, aproximadamente cada diez centímetros. El largo de esta antorcha ronda los 6o cm y se remata en uno de sus extremos con una cuerda trenzada de esparto verde que sirve de asidero para el hacho. La costumbre aconseja voltear la antorcha una vez encendida , generalmente en círculos que dibujan en la noche imágenes de luz y fuego junto a las lumbres encendidas.
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