Cuevas y todos esos buenos propósitos que la tienen en espera

Palomares lleva un año pendiente de que las buenas intenciones de su limpieza se materialicen; Los Lobos, en vilo, desea que los compromisos de no robarles el futuro se cumplan esta vez

JENNIFER SIMÓN

Sábado, 15 de octubre 2016, 22:31

La provincia de Almería está acumulando una serie de compromisos y buenas intenciones que podrían estar rebasando la capacidad de bondad que parece infinita en sus habitantes. Hay asuntos, de importancia internacional, de importancia vital, de salud y economía, de imagen, de dignidad, de perjuicios que se extienden en el tiempo. No uno, ni dos ni tres, sino la friolera de medio siglo, pero a pocos parece importarle, excepto en puntuales momentos en los que hay que 'hacerse la foto'.

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En Palomares, más de lo mismo. A Palomares la marcaron las bombas nucleares de los americanos hace 50 años. Se elevaron las campanas al vuelo hace ahora justo un año porque José Manuel García-Margallo, ministro de Exteriores de España, y John Kerry, secretario de Estado de Estados Unidos, se encontraron en Madrid, y declararon (con muy buenas intenciones) limpiar la radioactividad que se dejó allí, y que se negó hasta hace apenas un puñado de años gracias a la insistencia de grupos ecologistas y a la responsabilidad de algunos técnicos del Centro de Investigaciones Energéticas, Medioambientales y Tecnológicas (Ciemat).

Un año después no se ha movido nada. Otra vez. Con un Gobierno en funciones desde hace 300 días en España y con unas elecciones a la vuelta de la esquina, en noviembre, en América del Norte, no hay quién de un paso más allá. Así lo confirmó el alcalde cuevano, Antonio Fernández, quien recientemente se reunió con el director del Ciemat, Fernando Rubio, persona que "se ha interesado desde el minuto uno por zanjar este 'eterno' problema", apuntó el primer edil; y que, para más INRI, se jubila en unos meses. "Me dijo que estaba todo preparado, que saben lo que hay que hacer y cómo, que tienen las empresas que podrían hacerlo, que todo depende única y exclusivamente de una rúbrica y un 'adelante' de los políticos", aseguró Fernández Liria. Otro túnel 'tapiado' en la comarca del Levante, igual que el del AVE.

Pero no son solo esos altos muros los que se encuentran en Cuevas, últimamente. La localidad se encuentran a merced de otros compromisos de palabra. Los Lobos, por ejemplo, que ha saltado últimamente a la actualidad de medios regionales y nacionales, vive 'en vilo', pendiente de otra serie de 'buenas intenciones' que se alargan en el tiempo sin materializarse.

Los Lobos, preocupado

Sin puente y sin depuradora desde 2012, con la espada de Damocles sobre sus cabezas, desde 2011, ante la amenaza de quedarse sin casas y sin cultivos, los vecinos tuvieron que echarse a la 'carretera' con tractores y camiones para captar la atención de quienes, creen, no les escuchan.

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Ha llovido un poco estos días, pero no lo suficiente; se han acordado y comprometido cosas en los últimos años y meses, pero está claro que tampoco han sido suficientes. Ante las buenas intenciones y las buenas palabras, los hechos siguen sin llegar, y parece que últimamente, Cuevas del Almanzora se lleva la 'palma' de despropósitos, a juicio de los acontecimientos.

A Cuevas le ha tocado 'quedarse' con el total del establecimiento de una reserva para la tortuga mora, en compensación del perjuicio que la línea de Alta Velocidad hará a su hábitat natural, en el tramo entre Murcia y Almería.

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El proyecto original de dicha reserva es de hace diez años, sin embargo, con un AVE que de 'Alta Velocidad' está teniendo más bien poco en esta provincia, hace cinco, los propietarios, la mayoría agricultores se encontraron con el 'pastel' de quedarse sin tierras, cultivos, y por ende, con una amenaza importante de pérdidas y desempleo.

Hace un año, más o menos, se cambió, un poco, el proyecto original; sin embargo, en lugar de paliar la situación se agravó. Ahora eran viviendas, cortijos, y también invernaderos y cultivos, nuevamente, los que se veían afectados. Más de 270 familias que, de la noche a la mañana, veían peligrar sus propiedades e, incluso, el techo de toda su vida. Los vecinos tuvieron que movilizarse porque han visto que las promesas han sido mentira y que, ahora, comenzaba la cuenta atrás y se veían literalmente en la calle. La última reunión con el responsable de Infraestructuras del Estado, Manuel Niño, les dio nuevos compromisos y plazos. Un mes para volver a reunirse y palabras de consideración. Nada por escrito. Normal que hace tan solo unos días, el alcalde pedáneo de Los Lobos, Serafín García, mostrara la preocupación de los vecinos ante el «hermetismo» con el que Junta, Fomento y Adif están abordando la mejor salida a la población de tortuga mora que hay que proteger y trasladar a terrenos de este núcleo cuevano para dar continuación a las obras de Alta Velocidad en el tramo Cuevas-Pulpí.

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La semana pasada se celebró un encuentro entre representantes de Medio Ambiente y Adif para debatir sobre la alternativa al trazado presentada por el Ayuntamiento de Cuevas del Almanzora para la población de tortuga mora y evitar, así, llevar a cabo expropiaciones de terrenos y viviendas como pretende el Ministerio de Fomento, y a lo que se oponen los vecinos. Según explicó García, los afectados no conocen el contenido del encuentro de la semana pasada, pese a haberlo «intentado», pero se torna difícil teniendo en cuenta que no asistieron ni él ni el alcalde de Cuevas y el desarrollo del mismo fue eminentemente técnico. «Los vecinos están muy preocupados», según reiteró García. «Vemos que el tiempo pasa y no se cumple con lo que nos dijeron».

Y el tiempo pasa... y ya han pasado cuatro años de otra lucha. En septiembre de 2012 las riadas desolaron la comarca y también arrollaron la normal vida diaria de algunos vecinos. Los de Los Lobos, que quedaron al otro lado del puente que cayó. Los ciudadanos siguen sin soluciones. No parece que le importe mucho a nadie que haya personas mayores que se ven casi 'encarceladas' en su 'orilla', dependiendo de que alguien las vaya a buscar en coche para llegar a comprar el pan, a ver a sus nietos o a la cita del médico. Siguen sin puente y, en este caso, sin ni siquiera, promesas.

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