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Las familias de los pequeños municipios celebran la tradicional matanza del chino

Durante los meses de diciembre y enero los cerdos criados durante meses se sacrifican para elaborar embutidos o jamones

Eloísa Benítez

Martes, 10 de mayo 2016, 07:19

 Durante el puente de diciembre todos los años los pequeños municipios de nuestra provincia celebran la fiesta de la matanza del chino, donde familias al completo participan en la tradición ancestral. Si es cierto que cada vez son menores los grupos que llevan a cabo esta ceremonia que dura varias jornadas, hay aún familias y amigos que siguen la tradición. Las familias suelen adquirir los lechones en febrero, alimentándolos de forma casera en la mayoría de los casos. El cerdo convive unos diez meses con la familia «al que proporcionamos higos secos, calabazas, remolacha, algarrobas, peladuras de patatas o harina de maíz y fruta de temporada», indica Antonio, uno de los matarifes de la familia González Domene de Serón que han realizado su matanza familiar este fin de semana. Los cerdos se engordan hasta que llega diciembre, cuando pesan aproximadamente 150 kilos y se encuentran a punto de ser sacrificados. Tradicionalmente cada persona tiene su cometido a la hora de realizar esta tarea ancestral, donde los hombres suelen ser los encargados de la tarea del sacrificio del chino y las mujeres de la elaboración de salchichón, blanquillo o la también tradicional morcilla con la sangre del cerdo. El ambiente en torno a la matanza también resulta festivo y muy familiar, invitándose a menudo a amigos a disfrutar de la jornada, probando las migas elaboradas para acompañar el vino del país o los licores que se degustan en el evento. Muy importante resulta también la visita previa del veterinario a la jornada de matanza, quien extrae una muestra del chino para enseguida certificar su estado. De los datos veterinarios de este año Ideal ha obtenido información que arroja que son pocas las familias que se han decidido hasta la fecha para realizar la matanza del cerdo, bien por el tiempo cálido que no acompaña la faena o por el trabajo que acarrea siempre esta actividad. Del chino ya se sabe que se aprovecha todo y dependiendo del peso, y de otras variables, con cada animal pueden elaborarse unos 40 kilos de morcilla y 20 o 25 de chorizo y salchichón, lo que antiguamente suponía la base de la alimentación familiar que hoy se comparte con otros productos. La familia González Domene defiende la calidad de los productos elaborados en la matanza, sobre todo si como en su caso la alimentación se hace de forma natural sin piensos de engorde. Isabel Domene lleva décadas dedicada a esta actividad y asegura que es un duro trabajo, pero que los años han hecho mejorar un poco la tarea con las maquinaria que le facilita el llenado de tripas una vez lavadas y a diferencia de hace años el tiempo es más suave y por consiguiente «hace más cómoda la faena», asegura. En proporción de las 200 matanzas que se hacían antiguamente en el pueblo hoy tan solo 6 o 7 familias la hacen», indica la familia González Domene. En definitiva este evento que hace décadas se realizaba para alimentar a las familias hoy se ha convertido en un acontecimiento que atrae a curiosos y turistas por los inusual y tradicional.

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