Una vuelta al hogar muy especial

Una gran pancarta le daba la bienvenida en la calle que le vio nacer y en la que creció. En la calle del Ajezón le esperaban más de 200 personas para homenajearle y, sobre todo, para ofrecerle un caluroso abrazo tras seis meses de ausencia por causas ajenas a todos sus familiares, amigos, vecinos y a él mismo. El ambiente era como el del recibimiento en algún aeropuerto de algún equipo de fútbol que ha vencido lejos de casa. Y es que Juan Camacho ha estado y estará fuera de su Cuevas natal para seguir luchando y venciendo a las consecuencias de un desgraciado accidente de tráfico que le afectó severamente la médula y lo dejó prácticamente sin ningún movimiento en el cuerpo poco a los 29 años.

JENNIFER SIMÓN

Martes, 10 de mayo 2016, 08:00

Tras varias operaciones, muchos esfuerzos y mucha fuerza de voluntad y la ayuda de su gente y de muchos profesionales, ahora puede mover los brazos y puede realizar algunas tareas cotidianas que hace algunos meses no podía. Camacho asumió su nueva situación con una 'bien entendida' resignación, esa que considera que no ha tenido la mala suerte de haber tenido el accidente, sino la buena de poder contarlo. En definitiva, su actitud sigue siendo, tal y como explican los que lo conocen, la de siempre, la de apreciar lo que uno tiene, la de seguir adelante con lo que hay, sin dejar de disfrutar, sin dejar de luchar y sin dejar de sonreír. Por eso, sus amigos no le han oído lamentos ni excusas. «Es el mismo de siempre, con sus bromas y su buen humor, alegrando el entorno por el que pasa», y así lo hizo, una vez más, esta Navidad, a su llegada a Cuevas. Alegría de 'lotería' «Se adelantó el Gordo de la Navidad en la Portería de Cuevas», dijo un gran amigo suyo. Si cualquier vuelta a casa por Navidad resulta emotiva, la de Juan Camacho lo fue aún más, si cabe, dadas las circunstancias, y sobre todo, dado el gran carácter del joven, decidido a seguir como antes, y ahora con una lucha que está ganando a diario, la de la vida que le ha tocado vivir, y con la gran suerte de contar con familiares y amigos que le admiran, más, si cabe, que antes. La Banda de Música, la gran pancarta, luces, un vídeo reportaje, un aperitivo, discursos y agradecimientos hicieron de la cita un evento memorable y muy emotivo. El deseo de continuar en la senda del buen humor, de la lucha por la superación, de afrontar los acontecimientos de la vida con la mejor sonrisa y de hacer que los demás sonrían con uno fueron algunas de las lecciones que se desprendieron del especial recibimiento. El deseo también de los muchos amigos de continuar «con fuerza» el camino de la vida, «la de Juan y la de toda su espectacular familia. El mejor regalo de la Navidad, ni el Gordo, ni el Niño ni los mejores Reyes Magos lo pueden superar, el tener a Juan en estas fechas, en las que podremos disfrutar de su compañía y con él y sus ganas de broma, arrancar a los días miles de sonrisas», expresó otro de sus grandes amigos y admiradores, por eso: «hemos querido mostrarte nuestra admiración y cariño ¡Camachayo!», puntualizó, y seguir dándole fuerzas para volver a Toledo y continuar con su recuperación. Camacho se siente querido y agradecido, no sólo a las muestras de cariño recibidas, sino también a la atención que recibe de los profesionales del hospital de Toledo en el que todavía pasará algún tiempo. Durante su estancia en Cuevas esta Navidad ha seguido activo, como siempre, participando en las actividades navideñas, compartiendo con su pueblo sus eventos e, incluso, jugando al ping pong en su casa y su carpintería, la de Camacho e Hijos. Y, a pesar de los malos momentos, a pesar de lo que se quiera olvidar del año 2013, es fácil extraer un resumen de todo lo bueno que ha tenido y de lo mucho que 'ha sembrado' Juan, tan solo con echar un vistazo a Facebook y leer las palabras y las fotografías que les dedican sus amigos y familiares, deseando un 2014 que seguro llega cargado de buenas noticias, de buenos momentos: es fácil rodeándose de buena gente, habiendo cultivado maravillosas amistades y siendo alguien a quién admirar y con quién compartir risas, porque la vida hay que tomársela en serio y sonreír continuamente, no lo dice, lo hace Juan Camacho.

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