'El Almanzora en la Exposición Universal de Filadelfia'

Artículo de Opinión.- Francisco Javier Fernández Espinosa

I. A.

Almanzora

Jueves, 13 de agosto 2020, 12:17

A raíz de los diversos trabajos de investigación y recopilación documental que se me encomiendan, encontré en el número 4891 del periódico «Crónica Meridional», con fecha de 18 de enero de 1876, una reseña a la participación española en la Feria Universal de Filadelfia, donde se hacía mención a algunas de las aportaciones que hizo la provincia de Almería a los fondos que nuestro país seleccionó y consideró representativos de esta tierra. Contagiado por la curiosidad decidí ampliar esa información, a la espera de tener constancia de cuáles fueron los elementos escogidos y su procedencia, interesado principalmente en los productos que partieron desde el Valle del Almanzora.

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La Exposición Universal de Filadelfia de 1876, también fue conocida como la Exposición del Centenario al conmemorarse el 100º aniversario de la Declaración de Independencia de los EEUU. Se celebró desde el 10 de mayo al 10 de noviembre de 1876, en un recinto con una superficie de 115 hectáreas. 35 países intentaron mostrarse al resto del mundo con lo que entendían que eran sus principales riquezas y adelantos tecnológicos. Allí fueron presentados en sociedad artilugios como el teléfono o la máquina de escribir. 10 millones de visitantes fueron testigos de la demostración estadounidense ante Europa de su creciente poder e influencia.

Las pretensiones españolas en la Exposición Universal pasaban por la intención de reforzar las relaciones diplomáticas con Estados Unidos, con quienes se recelaba por su interés en Cuba y Puerto Rico. Los nuevos intereses del joven país abalados por su floreciente economía y necesidad de expansión comercial chocaban de frente con el dominio de nuestras colonias de ultramar. El ruido de sables se presentía, y tal vez, lo que intentaron fue apagar fuegos. El gobierno americano se mostró especialmente atento con la delegación española, a la que agasajaron en numerosas ocasiones, sabedores también de la expectación que esta situación generaba en el resto de potencias.

España era consciente de la efervescencia norteamericana y sus pretensiones de influir en todo el continente, así como en los océanos mediante el comercio. Ante esta realidad, nuestro país se presenta ante el resto de naciones como los descubridores del Nuevo Mundo, ejerciendo así de un prestigio internacional contra el que Estados Unidos sólo podía aferrarse a sus 100 años de independencia. Otra baza jugada por España fue la de su orientalización. El público se sentía fascinado por todo lo que tenía que ver con Andalucía y su pasado esplendoroso. El flamante pabellón español hacía referencia a la arquitectura musulmana, dando constancia de los relatos que los primeros viajeros románticos de Alemania, Francia, Reino Unido y el propio Estados Unidos hacían de la Alhambra.

España y sus colonias desplegaron en la Exposición del Centenario el mayor contingente de productos tras los Estados Unidos, con un total de 3.775 expositores, los cuales recibieron numerosas alabanzas y reconocimientos. Una muestra de industria, maquinaria, agricultura, horticultura, Bellas Artes, donde se hicieron hueco representaciones de Filipinas, Cuba y Puerto Rico. Nuestra tierra también participó del éxito patrio. Desde el Valle del Almanzora viajaron a Filadelfia numerosas piezas y productos con los que nutrir principalmente los Departamentos de «Minería y Metalurgia» y «Agricultura». De entre los 11 productores que fueron seleccionados por la Comisión para la Feria Universal, destaca poderosamente la figura de D. Francisco Daza y Ruíz, natural de Purchena. Procedentes de sus propiedades y derechos, aportó mineral de hierro de Serón y Purchena; cinabrio y cobalto procedente de la mina «La Carambola» de Lúcar; uvas, vinos, lino, cáñamo, cereales y judías finas. Otros propietarios que también hicieron su aportación fueron D. Diego Fernández (Cuevas, galena argentífera sobre barita) D. Francisco Montoro (Vera, galena hojosa sobre barita) D. Guillermo Bachiller (Cuevas, galena argentífera y hierro espático con galena argentífera) D. Juan Cavanillas (Cuevas, galena argentífera y hierro espático) D. Antonio Ayala (Lúcar, óxido negro de cobalto) D. Eustaquio Rio (Huércal Overa, arseniato de cobalto) D. Clemente Linares (Albanchez, mineral de hierro y cáñamo) D. Manuel Carbonero Romero (Purchena, uvas y vinos) D. José Ramón Linares (Albanchez, almendra, maíz, garbanzos y trigo chacón) y D. Manuel Martínez Molina (Oria, estopa de retama).

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Otro punto con acento almeriense lo suscribió el por entonces arquitecto ubicado en Almería D. José Marín-Baldó Caquia, natural de Murcia. Tras presentar en la Exposición de Bellas Artes de París en 1866 su proyecto de «Monumento a Cristóbal Colón», alentado por el Comisario español D. Emilio Santos volvió a presentarlo en la Exposición Universal de Filadelfia, una década después, obteniendo una medalla de oro.

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