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Antón, el último artesano del latón

Antón, el último artesano del latón

Remedios Carrión Ortega

Martes, 10 de mayo 2016, 06:02

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Hay oficios que se pierden en las arterias sentimentales del tiempo. Trabajos artesanos que son superados por los avances tecnológicos, que aportan mayor precisión, pero un grado menor de implicación sentimental. Antón Cortés Torres es el último artesano del latón del Valle del Almanzora.A sus 81 años, sigue siendo un apasionado de su oficio, a pesar de que es consciente que nadie en su extensa familia continuará su estimada profesión. A la pregunta si le gustaría que alguno de sus hijos o sus nietos siguieran sus pasos responde escuetamente «pues claro está, que el saber no ocupa lugar». Para ser un buen artesano del oficio se requiere intuición, creatividad, habilidad, paciencia y, por encima de todo, que te guste el trabajo. Además explica que para todo en la vida se necesita ser «activo, curioso y educado». Su historia como 'latero' comenzó casi por casualidad, aunque había visto a su padre haciendo trabajos. «Me casé con 18 años, con mi Carmen, una chiquilla guapa y muy buena que sólo tenía 15», comienza a relatar. «El cura de Purchena, Don Bartolomé Túdela Cánovas, no nos quería casar porque éramos muy jóvenes», detalla. «Me preguntó si sabía rezar a lo que le dije que sí, aunque era mentira (sonríe)». «Cuando me descubrió me dijo: ¿pero que haces Antoñico?». Finalmente explica como en tres días se aprendió el catecismo y finalmente se casó en 1947. Ya casados, recuerda que eran tiempos muy difíciles donde no había apenas nada que comer. Un buen día, acompañado por su mujer echaron a andar hasta el vecino municipio de Urrácal donde existían varios molinos, con unas cuantas herramientas bajo el brazo. Continúa explicando que cuando llegaron al primero le preguntó a la dueña: «¿Flor tienes algo que arreglar? A lo que le contestó "pues mira arreglarme estas dos ollas». A cambio, y porque lo conocía le dio «una tripa enrosca de longaniza, una tripa de chorizo y medio celemín de harina», recuerda con una memoria envidiable. Siguieron andando hasta llegar al segundo molino, donde arregló un par de cazos. En agradecimiento la dueña le dio un plato de higos secos y medio celemín más. Así comenzó un oficio que ha continuado toda su vida con el que ha sacado adelante a sus hijos. «Y muy bien criados», apostilla. En su taller y también en el mercado de Purchena, Antón sigue ofreciendo un sin fin de utensilios realizados a mano. Alcuzas, candiles, cantarillos, raseras, asadores, hojuelas, buñueleras, cuajaderas, cedazos, tenazas... y muchos más cachivaches de cocina realizados en latón. También alguno inventado por el mismo como 'el lanzador'. Un objeto ideado para coger higos chumbos, evitando las molestas pinchas de esta planta muy abundante en el Valle del Almanzora. Durante muchos años, el puesto de Antón ha sido un habitual en los mercados de las localidades de Serón, Tíjola, Somontín, Urrácal, Albox, Cantoria, Olula del Río y hasta Baza. Antón es el último artesano del latón del Valle del Almanzora, una persona conocida y querida por su forma de ser y por su entrega y dedicación a este tipo de artesanía, ya en extinción.

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